jueves, 15 de octubre de 2009

El Seguro demanda una supervisión europea para evitar nuevas crisis


Ignacio Aranguren.– Los más pesimistas dicen que todavía no ha pasado lo peor de la crisis; los más optimistas que sí, que ya se aprecian "brotes verdes" y que se ve cierta claridad al final del túnel, aunque todavía no descartan alguna pequeña recaída; y la mayoría -esa que llaman silenciosa-, no sabe, no contesta, como en las encuestas. Pero en lo que todo el mundo parece estar de acuerdo es en que hemos de aprender de esta crisis, obtener conclusiones para que no vuelva a suceder una cosa así. Los Gobiernos y las autoridades económicas de algunos países ya han anunciado que tomarán medidas, que quieren aumentar la regulación, la vigilancia de los mercados, de las sociedades para que una crisis así no vuelva a suceder. Se trata de aumentar el grado de solvencia, de frenar determinados despilfarros, de poner coto en algunos casos a lo que cobran determinados ejecutivos.

De entrada, en el Viejo Continente, la Comisión Europea ha propuesto la creación de tres nuevas autoridades de vigilancia financiera -supervisores-, uno para la banca, otro para seguros y fondos de pensiones y el tercero para los mercados financieros. Además, también va a crear una Junta Europea de Riesgo Sistémico para la prevención de los desequilibrios macroeconómicos. Con ello, Bruselas pretende recuperar y acrecentar la estabilidad financiera perdida, garantizar reglas iguales para todos los países y detectar anticipadamente los posibles riesgos, lo que permitirá en su caso realizar acciones conjuntas de manera rápida que impidan su expansión. Y esa es precisamente la misión de las nuevas autoridades, adelantarse a los acontecimientos y evitar, en la medida de lo posible, nuevas crisis como la que todavía sufrimos, que ha dejado con las vergüenzas al aire al sistema financiero internacional.

Las nuevas autoridades podrán "tirar de las orejas" públicamente a las entidades que arriesguen demasiado lo que puede llevar a que sean los mercados financieros y, en última instancia, los clientes, los que se encarguen de "castigar" las malas prácticas de estas compañías. También tendrán que dirimir las diferencias de criterio que puedan producirse entre diferentes supervisores nacionales en el caso de entidades que operen en varios países y vigilar muy de cerca de las agencias de calificación financiera, esas que, por ejemplo, mantuvieron un elevado "raiting" a Lehman Brothers hasta el mismo momento de su quiebra.
Revolución estructural para las aseguradoras

Pero no son solo las autoridades económicas -nacionales y supranacionales- las que tiene que hacer sus deberes en esta materia, sino que también cada empresa tiene que mirar su ombligo y tratar de analizar qué es lo que le ha pasado, como está actualmente y a dónde va. En el campo del seguro, las entidades tendrían que afrontar "una auténtica revolución estructural en los próximos dos o tres años para adecuar sus estrategias de negocio al nuevo entorno surgido de la crisis financiera global". Esta es una de las principales conclusiones que ofrece el informe "El día después para el sector asegurador" elaborado por PricewaterhouseCoopers (PwC), en el que se analizan las perspectivas de la industria aseguradora a nivel mundial con la crisis económica y financiera.

Según el informe, las aseguradoras tendrán que enfrentarse a nuevos desafíos, entre los que destaca: la gestión de unos clientes que ya han perdido la "inocencia", que conocen mejor los riesgos y que son más exigentes en precios y servicios; una mayor presión fiscal de los gobiernos que puede afectar al ahorro gestionado a través de productos de seguro o en la localización de ciertas líneas de negocio; una mayor presión regulatoria y supervisora sobre el sector como consecuencia de la crisis de confianza; la creciente demanda social de revisión de los modelos de remuneración de ejecutivos más ligados al riesgo y creación de valor; y, por último una reactivación del proceso de concentración sectorial.

Y todo ello en un escenario mucho más complejo, en el que las aseguradoras tienen que gestionar en el corto plazo una serie de exigencias tales como liquidez, falta de confianza y transparencia, presión fiscal sin precedentes, creciente poder de las economías emergentes, entre otras, junto con las incertidumbres del largo plazo ya contempladas anteriormente por la industria aseguradora, como son la globalización, las pandemias, la evolución demográfica, la longevidad, cambio climático. En definitiva, se trata de un nuevo panorama económico y social, que debe suponer una transformación del sector capaz de modificar de forma relevante el actual "statu quo" del seguro a nivel mundial

En definitiva, el estudio de PwC señala que la crisis ofrece oportunidades únicas de crecimiento para las aseguradoras con modelos de negocio flexibles y que tengan visión de futuro para adaptarse a los retos provocados por la actual recesión financiera, "convirtiendo amenazas en ventajas competitivas por su capacidad de anticipación y adaptación a los cambios futuros".

Fuente capitalmadrid.info

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